Primeros Colonos que Llegaron al Cantón.

Los Primeros Pobladores

 El primer asentamiento se da aproximadamente en 1966 a las orillas del río Caoní y Silanche con gente afro ecuatoriana, quienes a ese sector lo denominaron “Macallares” desconociendo su origen y significado, encontrando a los siguientes: Marcial Cevezas y su compañera Melunga, Maximiliano Quinteros entre otras familias que vivían en casas construidas con estacas de pambil, estructura de guadua y techo de vijao, quienes en las noches se alumbraban con candil de lata vieja, los mismos que se dedicaban a la caza, pesca y faenas agrícolas para poder sobrevivir. (Maldonado, 1848, pág. 128)

A partir del año 1970, comenzaron a llegar otros colonos de distintas provincias tales como: Loja, Bolívar, Manabí Cotopaxi, Esmeraldas, Tungurahua y de otros cantones de Pichincha, formando así la Cooperativa Puerto Quito, quienes llegaron a tener lotes de terreno de 50 hectáreas como promedio. Entre estos colonos que se cuentan son a los señores: Teodoro Arrieta, Guillermo Bravo, Lautaro Estrada, Abitar Celi, uniéndose en esa época las familias Arias, Cesario Ruano, señora Julia Mora y su familia, Pedro Delgado con su esposa María Guanga, Celestino Hurtado y su familia, Luis Luna Calderón y la familia Mantilla. Al otro lado del río se ubicaron familias afroecuatorianos que provenían de Quinindé como: Juan de Dios Mina, Néstor Micolta Wila, Tolentino Mina y su familia, Felipe Mina, la familia Cando Zurita, quienes con el afán de aliviar sus penurias construyen un rancho grande para vivir un tiempo en comunidad. Quienes a su vez impuesto la meta, con la esperanza de cambiar esas tierras fértiles decían: “Que con nuestras manos valientemente convertiremos a estas tierras de exuberancia riqueza en fauna, flora y aguas cristalinas en el gran mañana y porvenir de nuestros hijos”. (Guillermo Bravo).

En 1971, se comienza la construcción de la carretera que viniendo desde Quito, Nono, Tandayapa, San Miguel de los Bancos, Pedro Vicente Maldonado, llegando a las orillas del Río Caoní, carretera que llego a tener una extensión de 140 kilómetros, lo que dio lugar a la formación del primer centro poblado a orillas del río en dicho sector, el mismo que ha sido liderado por el señor Guillermo Bravo, lugar hasta el cual llegaría desde Quito las primeras unidades de transporte de pasajeros llamada “Occidental”, también se construyó en ese sector el campamento del H. Consejo Provincial de Pichincha y el campamento del Ministerio de Obras Públicas.

La necesidad de educar a sus hijos hizo que se creara la primera escuela unitaria regentada por la provincia de Esmeraldas y su primer local construida con pambil y cubierta de paja ubicada en un área que fue cedida por el Señor Cesáreo Ruano, donde también existía una cancha de fútbol.

Puerto Quito comprende el octavo cantón de la provincia de Pichincha, la situación política del Cantón Puerto Quito está basada al artículo 228 de la Constitución Política de la República del Ecuador y 17 de la Ley Orgánica de Régimen Municipal que establecen que las municipalidades gozan de autonomía funcional, económica y administrativa.

 

Puerto Quito una Identidad Diversa.

Gracias a la construcción de carreteras a mediados del siglo XX incito y permitió el acceso de colonos a la subcuenca del río Blanco. Pero antes que esta zona contase con carreteras abordaron a estas tierras familias negras de la provincia de Esmeraldas. Entonces a los negros se les establecieron como los primeros pioneros de la colonización de dicho territorio.

“La familia Mina era la más importante. Ciertos moradores de Puerto Quito habrían sido originarios del río Telembí” (Vera Emilio), al parecer la base de subsistencia de aquellos pioneros negros fue la pesca, la caza y la recolección. Después de que se agotaron dichos recursos en su antigua residencia deciden mudarse al sitio descubierto que poseía un paisaje de inmensa riqueza biológica entre los ríos Caoni y Silanche.

Los afroecuatorianos utilizaban canoa a canalete y palanca para la navegación por el río, algunas de las familias afroecuatorianos se quedaron a orillas del río Blanco, mientras que otras se instalaron por las riveras del Silanche y otras por el Caoni. (Anónimo, Raíces, Puerto Quito). Los colonos afroecuatorianos construyeron sus casas y ocuparon varias extensiones de tierra, para la formación de fincas ribereñas donde se dedicaron a la cultivación de plátano, sin dejar de lado la pesca y la caza.

A medida que transcurría el tiempo llegaron a estas tierras nuevas familias negras, como: Juan de Dios Mina, Néstor Micolta Wila, Tolentino y Felipe Mina y Cando Zurita, quienes para aliviar las penas de dejar sus tierras y enfrentar de mejor manera la supervivencia construyeron un rancho grande para vivir en comunidad.

Sin duda los afros ecuatorianos fueron los primeros colonos en arribar a este valle formado por el río Caoni y El achiote donde actualmente es la cabecera cantonal Puerto Quito, antes de que se constituya el pueblo este lugar se llamaba Macallares.

Tiempo después, empiezan a llegar colonos mestizos y les llamó la atención la presencia de familias negras.

Aquí habitaba pura raza negra, los negros habían sido los primeros en llegar a este sector. Desde la piedra de vapor, en el río blanco, en el río Blanco, había algunas casas de familias negras, a orilla del río Caoni vivía el Sr. Argelio Mina, luego la casa de don Felipe Mina y la de su hermano, después la de don Ciriaco Mina. Todos ellos eran parientes habían venido del norte de Esmeraldas y se dedicaban a sembrar 1, 2, 3 o media hectárea de plátano. Vivian de eso y también de la cacería y de la pesca, puesto que había bastante animal. (Emilio Vera, 2015)

 
Puerto Quito, una travesía para sobrevivir.

Los primeros colonos mestizos que llegaron a las orillas del río Caoni arribaban desde el occidente atravesando el río Blanco, la mayoría eran de origen serrano. Antes de que lleguen a estas tierras ya venían efectuando un largo peregrinaje por la costa.

El arribo al valle Macallares implicó innumerables incomodidades, sobre todo para aquellos colonos que provenían del mundo urbano.

Yo vine de Aulasi con el señor José Ochoa que me ofreció vender una finca en este lugar. Llegamos a Quito y tomamos el bus de Transporte Occidentales rumbo a Santo Domingo… De ahí seguimos por el camino a Esmeraldas. En esa época el camino era terrible de una sola vía. Llegamos al recinto llamado el limón y ahí nos dio posada una señora de apellido Peñafiel, al siguiente día salimos a las 7:30am, luego pasamos por un estero en el que el señor Ochoa tuvo que cargarme para que yo pueda cruzar y seguir caminando. (Bravo, 2015)

Cuando los primeros colonos tanto negros como mestizos llegaron a los valles del Caoni, Silanche y Achiote encontraron un paisaje semivirgen, una selva cubiertas por grandes árboles, todo el tiempo había llovizna y aguaceros. De esta manera los primeros pobladores tuvieron que construir casas que se adecuen a las características del clima, con materiales que la misma selva ofrecía.

En la construcción de las primeras casas se utilizaba troncos de madera, paja toquilla, hoja blanca, bijao y hoja de tagua, las casas se elevaban del nivel de suelo más de 1, 2, 3 metros y se las sostenían con pambil, las paredes y pisos se las realizaba de pambil o caña guadua abierta.

La caza

La pesca y la caza formaban base de su subsistencia particularmente de los pioneros negros. Como bien lo dice don Emilio Vera, los negros “cazaban la guanta, la guatusa, pavas, venados y lo hacían solo para el propio consumo. Lo que si vendían es el pez guaña en la Unión o Quinindé, los negros atrapaban casi todo lo que se movía, desde culebras, iguanas hasta perezosos”.

Cuando llegan los colonos mestizos, también se convierten en cazadores, por las condiciones de la selva y mientras crecían las semillas y daban fruto, el único alimento accesible eran los animales silvestres.

Era tan bondadosa la selva que los animales llegaban a donde estábamos cocinando. Yo recuerdo aquella vez que me hice el más cazador del grupo, del cual éramos cuatro. Esa vez cogí una carabina que teníamos y a 20 metros m del rancho encontré una venada, la mate y nos comimos. Los animales no tenían miedo al hombre, era fácil cazarlos, todo lo que estaba más cerca era la presa fácil. (Quintero, 2015)

Las presas más apetecibles eran los mamíferos nocturnos y para poder atraparlos los colonos salían a cazar en las noches, con herramientas que la misma naturaleza les proporcionaba. Otras veces la cacería se la realizaba con el fin de proteger a los animales domésticos e incluso a los miembros de la familia de las fieras, como el león o el tigre que habitaban en esta zona.

“En la casa donde yo vivía el tigre llegaba a 20 metros, ese animal se me comió como 20 puercos. Había también leones, yo maté a uno, una vez que yo me iba a pilar arroz y de regreso encontré los rastros de un león que venía para mi casa. Llegue a la casa, deje el arroz y cogí mi escopeta. Tenía dos cartuchos luego le seguí el rastro hasta que lo encontré y le disparé. Con el primer tiro lo herí, luego volví a seguirlo hasta que lo encontré y le metí otro tiro con el que se murió. (Vera, 2015)

La casería y la destrucción del bosque primario espantaron y acabaron con los animales silvestres poco a poco, no obstante, en muchas parejas donde aún hoy en día se conserva segmentos de la floresta original es posible encontrar ciertas especies típicas del bosque húmedo tropical que han logrado sobrevivir: tigrillos, guantas, guatusas, armadillos, culebras, peces y aves.